Te observo en el lejano horizonte,
con tu mirada tan tierna,
luces más firme que cualquier monte,
mientras comienzas a mover las piernas.
No puedo creer que te acerques a mí,
ya casi eres parte de mi vista,
no puedo creer que te esté viendo a ti,
ya que pareces mujer de revista.
Ya estás a pocos metros de distancia,
y tu mirada no me autoriza a dejarte,
no entiendo por qué con tal elegancia,
mi mente muere para así poder mirarte.
Antes de verte mi mente hubiera huido,
porque le era difícil combinar belleza y amor,
pero al verte a ti rechazó todo fluido,
para así morir pero manteniendo viva la atracción.
No era mi intención permanecer mirándote,
pero no sé porqué lo hice, ni en qué pensaba,
yo mismo me creo un idiota por estar hablándote,
idiota por aceptar de mí mismo esa mala jugada.
Luces igual que todas, preciosa,
por eso no sé lo que vienes a buscar,
no sé si eres amor o una mentira hermosa,
no sé lo que en ti algún día podré encontrar.
Sólo te pido que me comprendas,
tú me pides el alma y no te la niego,
te pido que la guardes y que no la vendas,
para que al fin escape de todo miedo.
EFRAIN TRINIDAD RODRIGUEZ
Morovis, Puerto Rico
PoetaDeDios © Copyright-2001