INTIMA

Al llegar por la ventana el declinar de la tarde

tras un suspiro se esconde, lo que en su corazon nadie sabe.

Sus manos temblorosas escriben su nombre

su mirada ansiosa, sostiene una lagrima que quiere enclaustrarse.

El cuerpo ya cansado de tanto esperarle

no quiere sentir otro aliento, que la deje transtornarse.

Somos aves pasajeras, en la vida de los amantes

màs, hay quienes por quien,

vale la pena, no eclipsarse.

Al final del destino ya nadie sabe

que fichas somos en el juego, del afecto y de la carne.

No son casuales los encuentros, por màs que sean pasionales

unos guardan, solo fuego del momento

otros, hacen hoguera perpetua en el recuerdo,

que nos hacen preso de su talle.

Sus ojos, sus labios sustanciosos

sus brazos, sus manos extasiantes

sus caricias, sus besos excitantes

gestan una ninfòmana entre los caminantes.

El cielo y la tierra

la vida y la muerte

exceso y abstinencia

los latidos que se sienten...

Los cuerpos ya no hablan

son piedras incandescentes

la llama que propaga

del amor nos advierte.