Con un suspiro te recibí,
con el optimismo de la vida misma,
recordando cada sonrisa,
con la bravura de tenerte entre mis brazos.
Me recibiste con tu preciosa sonrisa,
esa sonrisa que ilumina cualquier noche,
en aquel rojo atardecer,
ese rojo pasión,
con el viento cariñoso,
sumergidos en nuestro universo.
Nos llegó la hora,
disfrutamos el momento,
nos abrazamos con firmeza,
vi la confianza en tu mirar,
escuché la honestidad de tus palabras,
palabras que le dieron un giro a mi corazón,
corazón que se encendió con tu respirar,
ese respirar agitado,
que incitó esta pasión,
pasión que nunca acabó,
sino más bien permaneció.
Hoy por hoy,
permaneces en mí,
muy dentro de mí,
te llevo en mi corazón,
como la alegría lleva el amor.