Como serpentinas camufladas de colores,
recién activadas por su muelle,
superan la sonrisa del amo,
su fervor e incandescencia.
Asimilando la ingratitud del público,
su convalescencia casi animal,
una cima temen nunca alcanzar.
Dio comienzo la función.
Salpica el vomitivo sudor
Y el verde del papel se difumina
entre whiskey, acero y soberbia,
ni un ápice de rabia quedó,
Cual hacha al cuello,
son dos mente y cuerpo,
esperanza frustrada,
ilusión fulminada.
Y ya voló
de los hijos el amor,
de su tierra la devoción
desquebrajadas tras el martilleante dolor.