No hay lugar donde hallar vida , pues en esta insinuada muerte
El hablar de oráculos que se detienen en la puerta de enfrente
Atraen desgracia a quienes su palabra delata.
Amarte es un mero consuelo de un borracho que vive en un naviero,
Que luce harapos y calzado de lino
Y un puñado de monedas agujereadas por el medio.
Quiero que sepáis, si la merced de vuestro oído no es mudo.
Si vuestro ojo colorea un difuso mapa
Que hechiza a la lengua a escribir de forma ciega.
Pues mi verdad, no contempla malas maneras
Solo un puñado de buenas razones desdichadas
Que quieren obrar a la vera de vuestras tristezas.
Si amarte en mí, mendiga en mí, una fe inhóspita,
Deambularé por el horizonte del verso
Con la prosa y el cuarteto, seré tu poeta hechicero.
No hay virtud en la verdad, en sí, la verdad es hueca,
Se escucha en el horizonte y trasnocha en eco
Madruga cerca del abismo, se comunica con el silencio.
Amarte como hoy ama mi corazón; sin recitar en el sueño,
Mi audacia aún será mayor, mayor mi consuelo,
Tenerte cerca del arroyo de mis pensamientos; mi enervado tesoro.
Converso con tu imagen a diario, entre los recuerdos,
Y le hablo de nosotros y de nuestros sueños,
Entonces el ancho espejo; refleja, mi reflejo.
Pues hallada la tristeza que alza al mar de su injusta suerte,
Que relampaguea con el rayo en la cresta de una ola
Y se disuelve en la orilla sabedora que tan solo era un ente.
Tras esa puerta, no hay mas que un mundo diminuto
Sin relojes que sustenten al tiempo,
Ni estaciones, ni calendarios que cuenten los años.
Al verte de semana en semana, mi corazón sufre,
Entre semana, halla la muerte,
Resucita al final del día de cualquier viernes.
Pues mi palabra es tartamuda, y no os llena de ilusión,
Dejad que mis letras se queden a la vista de vuestros ojos
Y os den la necesidad de amarme sin alusión.