Pienso en la imagen de tu cuerpo,
la dibujo en mi mente,
entrecierro los ojos,
y acaricio con la suave espuma,
de un viejo sueño,
el dulce calor de lo real,
la cálida forma de tu sonrisa,
y hasta siento el color mar de tus ojos,
cuándo mis dedos rompen la distancia,
la extraña barrera,
de lo que deseaste, anhelaste,
en algún momento de tu historia,
y ahora vives con la dulce pasión,
del que se siente amado.
Porqué la vida, entiendes,
está en tí, en ella,
dentro del círculo de nuestras miradas,
en la compañia de quién amas,
y en la mano que te roza los labios.
Desechas vivencias que viviste,
ó soñaste haber vivido,
y después de tanto camino,
decides quedarte en el abrazo,
ese que anhelamos,
como niños que a veces somos.
Lo mezclamos,
con la dulce melancolía,
la insinuante caricia,
de la piel que despierta tus sentidos,
de los besos que te envuelven,
en algo parecido,
al susurro de la luna,
ó al sueño,
del más bello de los recuerdos.