Con más o menos suerte vi los años pasar
encadenados, de a uno, con las manos vacÃas.
Vi los años de la infancia tapados por el musgo
y vi los años restantes en huesos y apaleados
sobre una poza oscura.
Miro atrás y veo un mundo que se apaga,
un golpe seco que aturde y estremece,
una brasa, a fin de cuentas, que fracasa, al imitar a una estrella.
Lo que quede será todo el espacio de aquel dios,
que en una sola marcha barrerá oscuras y obstinadas penitencias,
dejadas en los nidos que se rompen al pasar.