20 de diciembre,
me moriré solo,
de iras encontradas;
tú,
si a la traición
te uniste,
morirás aparte
porque aplaudiste
la ignominia
de un aeroplano artillado,
volando,
cruzando los aires soberanos,
irrumpidos por una invasión
que despertaría a Simón
y a todos nosotros,
que nacimos para la lucha
y que antes
de empuñar un fusil,
nos despertamos
con las bombas estallando,
aquél día
que jamás olvidaré,
que jamás
dejará de retumbar
en nuestra conciencia,
hasta que Martí
se levante también
y todos juntos
volvamos a morir
para salvar a Panamá,
y a la América que nos angustia.