Vuelve el crepusculo que araña claridades
y extienden su velo nocturno.
Ahora podemos en ese parque encendido
hablar del amor y del mundo.
La tierra confiesa su movimiento,
las estrellas palpitan su lejania
y el rio mansamente se duerme
sin miedo a su destino.
Raudos en su quehacer amoroso,
una pareja de ruiseñores
se peinan las plumas con el pico
y suavemente nos atisban
y cantan al unisono.
mujer no puedo pedirle mas la vida,
ahora que Dios decida,
pues tan solo el y tu
podeis robarme en un instante
el alma y el espiritu.
ya se va haciendo de dia,
el alba desnuda la noche
y viste el cielo de luces coloridas,
rojas, blancas y azules.
Nosostros seguimos hablando del amor,
de la vida, y sobre todo, del futuro.