1.
Conmigo vas, Señor, te llevo dentro.
Y si te llevo dentro he de encontrarte
Y al encontrarte acabará el Misterio
Del que nada de sí ni de Ti sabe,
Pues mi Interior es como un Pozo negro
Que quisiera y no puedo iluminarle.
A la luz cegadora de este mundo
Vuelvo a cerrar mis Ojos
Y a mirarme otra vez vuelvo por dentro,
Pues muy dentro de mí sé que te llevo,
Oculto.., escondido. y silencioso.
Y me pongo a buscarte
Sin tregua ni reposo.
Y me pongo a buscarte
Ahondando en mis adentros.
Y me pongo a buscarte:
Hasta que, al fin, ¡te encuentro!
Y después de encontrarte,
A solas y en silencio,
Me pongo a hablar Contigo.
Y ya de hablar Contigo nunca dejo
Para que siempre, siempre,
Sigas conmigo. 2.
Si escuchas el Estruendo
Del Mundo en el que vives,
¿En donde está tu mérito?
Dios quiere que escuchemos
El Silencio también.
¡Y ese Silencio es El!.
Si en el Silencio encuentras
Al Dios que vas buscando
Oirás en el Silencio
Con los Oídos tapados.
Y le verás por dentro
Con los Ojos cerrados.
A Dios le llevas dentro.
Le ves y te está viendo
Y te habla sin Palabras,
Desde el Silencio.
Dios no te habla a ti.
Dios le habla a tu Alma.
Y el Alma siempre huye
Del Mundo y de su Estruendo.
Y su Refugio encuentra
Sólo en la Soledad.
Y en el Silencio.
En ellos Dios está.
Sólo está en ellos.
Y o le buscas en ellos
O no le encontrarás.