Presionada mi alma replica
el tormento que da la espera:
cual gotas de rocío, estas lágrimas salpican
la almohada confidente de la pena postrera.
Se corroe en pedazos el vestido de esperanza
Se convierte en cenizas el verso de amor,
Es tanto al espacio al cual le haces falta,
Que me abruma en silencio esta aflicción
He tornado tenue la última caricia
Ya no la presiento con vehemencia
pues de tanto revivirla
se desvaneció con la brisa
desmorando cual arena
mi ilusión y paciencia…
No quiero rendirme a la senda tormentosa
y aunque débil y cansada, callaré el martirio
no existe persona que acalle piadosa,
la herida que sangra ante tu olvido.
Morderé valiente este desconsuelo
Pues, ¿a quién le importará cuan triste estoy?
¿Acaso habrá una mano que se enternezca,
y logre invertir mi condición?:
No!!! Por ello, altiva levantaré mi frente,
Y negaré que esta herida duele,
Abriré mis brazos por si vuelves
Y será sólo el tiempo, el que me consuele.