Sobre un rinccón, triste y desesperado
el amor yacía cual inercia presurosa
marchito el universo de sus rosas
miró a su entorno, como si no lo hubiera mirado,
y a cuestas su burla, obsena y oscura,
de saber que nadie es fiel a lo prometido
vagó su recuerdo sobre el último olvido
contó los minutos para llegar a la locura,
cierto es contemplar su doctrina presurosa
sin páginas violadas, de sed y de espanto,
si acaso sus palabras no hubieran jugado tanto
tal vez la mística, hoy sería esplendorosa,
y se alejó, a habitar otro cuerpo realzado
de atisbos puros, de cristales despiertos,
amor que en plenitud! ni aún muerto
vistes mortajas y te vuelves acabado,
será que la pasión glorifica los sentidos
y allana el crepúsculo en todas minorías
hoy te encuentro tan vivo que todavía
contemplo el amanecer y amo tus destinos.