Voy a poner el aire en tus mejillas,
voy a soplar la luz sobre tus ojos,
a pintar en tus labios mi sonrisa
y en tu pelo: jazmín, azahar e hinojo.
Voy a alegrar tus dedos cereales
y en tus manos de luna adormecida,
voy a dejar caricias otoñales
como lenguas de agua embravecida.
Voy a nadar desnudo por tu espalda,
recorriendo la senda de tus piernas,
y a besar con dulzura ensimismada
cada trozo de piel y cada prenda.
Voy a tejer adornos en tus brazos,
y a enredarte de flores en el cuello.
A descansar tranquilo en tu regazo,
y a colmar tus anhelos y tus sueños.
Voy a sentirte plena en cada poro,
recogiendo la espuma, y en tus senos
voy a sembrar dos lágrimas de oro,
que culminen la altura de tus pechos.
Voy a trepar al borde de tus cejas,
voy a bajar al centro de tu vientre,
a perfilar de lluvia tus orejas
y a traspasar la línea de tus dientes.
Y cuando el fuego suba desde dentro,
del profundo lugar donde reside,
y se esparza a empujones en el viento
sin entender siquiera lo que pide.
Voy a llenarte tanto de poesía
que tu boca será como un sendero,
tapizado de espliego y ambrosía,
como la fuente eterna del deseo.