Bella tierra dormías bajo el ojo celoso de la noche
Como custodio en vigilia, incrustada su mirada en tu vientre
Cuando de la sombra insólita de los álamos despiertos
emergió el recuerdo como fantasma,
cabalgando tenaz el camino constante.
De súbito
a la torre de la memoria,
insistente y creativo, se reinventaba a sí mismo
Detrás de mis hombros se acopló en hélice curvada.
Merodeando los pliegues del cuello y en susurro,
de ruido incomprensible,
cayó rodando de una montaña tan alta
a un abismo tan profundo,
que veloz se incineraba en la caída,
precipitado y sin dejar rastro.
Bella tierra,
la decadencia no esconde sus fantasmas
de mueca torcida en tus arrugas gredosas.
Tiene el feroz habito aleve de la cobardía tirana.
Si gimiera hondo en tus entrañas
mostraría su voz desafinada y
sus garras penando por una lima nueva,
sofocada en tu entraña sin retorno.
Tosiendo como garganta vieja y lamiendo adulante
tu siempre nueva atmósfera de tierra,
Con el vientre de la sémola abierta en tu hocico negro
estrangulando su tropel de pena añeja.
En la colórica gama mutante
con que camuflas tus terrones vengadores.