EL ESQUEJE
¡Una tarde, no muy lejana, del otoño!,
encontré un esqueje de rosal, en el reguero de la fuente.
un tallo y su corola, con dos brotes de dos yemas emergentes.
aunque mustio ¡era lozano, y atrayente!
¡Lo injerté, en un nuevo tronco!, hasta ver si florecía,
sentí un enorme consuelo, ver que realmente lo hacía.
Seguí su evolución, largo tiempo, cuidándolo del frío helor.
Viví su angustia, sus desvelos, a veces hasta su mal humor.
¡Por fin un día de primavera!, ví como su corola florecí,.
hasta formarse una rosa, que deslumbraba al mirarla cada día.
Al despuntar el sol que amanecía, un fugaz rayo la tocaba,
rodándole unas gotas por sus pétalos, como lágrimas agradecidas.
¡Disfruté momentos, de mística belleza!, al contemplar sus pétalos, Irradiando luz y perfume, que me hacían sentir como en realeza.
Hasta que un día, por los hechos, se desvío uno de sus tallos,
que le produjo, desgarros en su pecho.
¡Fue llorando lágrimas de sangre!, ¡hasta que su tronco, quedo seco!.
¡Sus pétalos se fueron, deshojando!.
¡Su corola se lleno de espinas!,
que fue clavando una a una, hasta matar al corazón, que le dio vida.