A define ya los brazos le crecían en decadencia.
Y en eternos ramos vueltos se mostraban;
En verdes hojas vi que se tornaban,
Los cabellos que el plateado aclarecía;
De áspera corteza nuestros años se cubrían,
Los tiernos sentimientos que aun bullendo estaban;
Los blancos pies en tierra del amor se hincaban,
Y en torcidas raíces del placer se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
A fuerza de llorar, crecer hacía.
Este árbol, que con lágrimas regaba.
¡OH miserable engaño, OH mal tamaño,
Que con llorarla crezca cada día,
La causa y la razón por que lloraba!
No son el arco cupido armas odiosas,
En contra puestas del armado pecho,
Ni en los guardados muros con despechos,
Los tiros arma del amor, saetas ponzoñosas;
No las escaramuzas del alma peligrosas,
Ni aquel fiero ruido encadenado contrahecho,
De aquel que para Júpiter fue hecho,
Por manos de Orfeo artificiosas.
Pudieron, aunque más yo me ofrecía,
A los peligros de la dura guerra sin tregua,
Quitar una hora solo de mi ego;
Más infección de aire en solo un día.
Me quitó al mundo y me he en ti sepultado,
Amada mía, mi Laura, tan lejos de mi tierra.