Esta…Esta mi aflicción
Este…Este mi dolor
¿Para que me sirven?
si solo avivan,
la herida que solo amenaza con supurar,
si solo producen el incesante ardor
Los llevo conmigo…Ellos conmigo van…
Cuando no los veo pregunto:
¿Porqué lado se me ocultan?
¿A dónde se me escaparon?
¿Por dónde irán?
Y es que mi sufrimiento
solo constituye el austero telón,
ese que a esta vida esgrime
y me ciñe detrás del dolor.
ese que hace resplandecer la luz radiante
aún en las noches de oscuridad,
De soledad y quebranto,
De tristeza y temor.
El excelente Pablo lo sabía,
Lo expresaba
en una de sus metáforas conocidas.
Esa que explicaba
el espectáculo del triunfo militar romano,
y que como recurso literario
Me fascina llevarlo de mi mano.
Los persas…
¡¡Ah¡¡ Los triunfadores y conquistadores…
Fundaron oro y plata producto
del botín arrebatado,
volcándolos en simples vasijas de barro
nunca ornamentados,
haciendo alarde de su victoria
entonando consignas de gloria.
Asimismo El Rey Victorioso,
ha vaciado sus mejores riquezas,
su más valioso botín de guerra,
en esta simple y vulgar vasija
donde el barro tan corriente se mezcla.
Esta que ha sido rota
y por el horno de fuego
una y otra vez atraviesa.
Y él confía en el temple de su resistencia.
Sabe que su tesoro
y botín valioso será resguardado.
Y esta vasija solo le pregunta a su alfarero y a su amo:
¿Qué hice yo para merecer tal prueba de fuego,
sintiendo el dolor de este simple
y vulgar barro quebrantado?