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Gabriela Mistral
Lucila Godoy Alcayaga
Hay una canción que canta
el profundo azul de ultramar,
una lengua de sal penetra murallas
del arenal,
sobre una dormida caracola
la solitaria poetisa procesa su andar.
Llega a los canales profundos
su dolor de puñal.
Aquel profundo amor se fue y no vuelve más.
Se hunde con angustia
la voz que calló penas de digno amor.
Hay senderos con estelas de oquedad,
agujeros de marcas que no lavó la mar.
Ella penetra con su soledad
y al límite del sigilo rompe a sollozar.
Acércate al lado de la luz un poco más
quizás un unicornio de algas
vayas a encontrar.
Un cántaro salino absorbe su sonámbulo mirar,
un istmo de espuma roza el mineral
y vuelve la frágil sirena
en ráfaga peninsular.
Una pluma de gaviota
recoge la sedería de su mano,
traza nuevos versos con perplejidad.
Fluorescentes algas marinas
y diminutos caballitos oceánicos
traen su cuerpo lastimado de fluctuar.
Una lámpara submarina
desde el tudel enciende olas
con lentejuelas y collares solitarios,
se viste con transparencia la violeta dolorida
con tules de ensueños cuando arribó la pleamar.
Es suyo el llanto gimiente de paloma
abandonada por su casal,
un soplo de fuego apagado en las fontanas
cual la luna triste se abanica sin barandal.
Canción melancólica rasga
la guitarra su gruesa bordona,
hay tristeza de coplas en su sonar,
un ruido apagado de campanas
truenan hojas cuando silba el vendaval.
Vuelve ella con sus nanas
de pesar cetrino, tanta congoja
decepcionante no cabe al talego de su percal.
Dejó una huella de senda para volver quizás,
si no halla en su vida algas de ultramar,
un amor de sueño que vaya más allá de lo externo,
le socave el alma, que se está muriendo,
ahogada en su encierro.
Refréscate con nuevos vientos
y vístete de sedas blancas,
tejidos zarcos
como esas llanuras de aguas salinas
que dejaste atrás.
Que no sean los peces del agua escoltas
de tu carruaje mortal,
cuanta congoja antigua guardó tu corazón,
intentaste desechar la inmensidad
con tanta bravura regresaste atrás,
para reinventarte como una mariposa
de fuego que se ríe del mar
y por más que pesen las condenas
son tus élitros libres ya.
Será un festival de sirenas
tu festejo dimensional,
escribe tus sentidos versos con esa pluma
de gavinote que dejó en la playa la bajamar.
Maestra y símbolo de mujeres con humildad ,
dulce cumbre de niña dormida,
duerme bajo la tierra la suavidad de tu cuna.
A Gabriela Mistral
En Diciembre de 1945 la Academia Sueca galardonó a Gabriela Mistral con el Premio Nobel de Literatura,Años después de este reconocimiento de carácter universal en Chile se le otorgó el Premio Nacional de Literatura en 1951. Galardón que viene coronado a nivel nacional en 1954
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