Puedo de mis tormentos ya sufridos,
La pena y sus flagelaciones 
Trocar en ruin la voz que incrusta 
Su estatua bajo los caprichos de la muerte.
No tengo más que osar en buscar
Amuletos desde el indómito fuego,
Ignorar cual sea el coste del sufrimiento
Si amenizo en distancia y pruebo 
El dolor como remedio. 
Heridas que versan firmemente con tu rostro,
En este camino de solo un viaje,
Donde es tan estrecho y pedregoso 
Que sólo un carruaje de dos caballos 
Puede hacerse acomodo.
No quiero balancearme en tu lecho 
Y dejarte improvista de resuello
Solo quiero apreciar el suave tallado 
De las orquídeas que sujetan tu pelo 
Que dejan despejado tu rostro 
Como a un océano visto desde el cielo. 
Quiero que intuyas, que el mimo que aún queda,
Será un abrazo de cuatro estaciones,
Y que en la imprenta de los recuerdos 
Nacerá y morirá, de modo eterno.
Pues estos dos corazones 
Que se aman y no hallan su reino.
Solo nos quedan los viajes,
El trajinar del camino; la anchura entre océanos. 
El amor discurre entre mis venas 
Como escorpiones atisbando,
Pellizcando mis pulmones 
Para la ultima cena.
Quiero abrazarte, sentir el miasma fresco,
Y enmarcarlo cerca del cuerpo,
Versé al viento arropar su brisa 
A la vera de los huesos,
Inmortalizar nuestro lecho 
Con pluma y un papel viejo.