De pie en el centro del ruedo,
Sólo se encuentra el matador;
Frente a él
Un bello toro aldinegro,
Que cansado ya de tanto abanto,
Acude presto a cada cita
En su finura.
El diestro le ahoga para adornarse,
Apretándosele muy arrimado
Con cada grito de : Olé;
Atornillandose muy firme a la arena,
Bamboleando al aire
Su capote sin pena,
Barriéndole también con su fé.
La emoción se contiene tras una
Bibaina,
Que hace explotar en bufídos
Al burel;
Seguido por una navarra
Y una caleserina,
Que los aplausos arranca a granel.
Más quizó adornarse con
La última verónica,
Pues inspirado se sentía
El día aquél .
El sol ya no brilla más en lo alto..
Se alcanza a escuchar un solo grito:
Ája..
El toro acude al invite con codicia..
Y como adivinando aquel pase instrumentado,
Hace con su cornamenta un movimiento no esperado,
Que hilador obsequia al lidiador en el pecho
Una mortal cogida.
Cae la tarde,
En lo profundo de aquel valle con su ruedo..
Solo reina el silencio;
Y tras de ella
Cae también el torero,
Con su cuerpo inherte, ya sin vida.
amigo mio que preciosa poesía aunque usted prefiere llamarla prosa.. se nota que domina el lenguaje taurino lo que siento es que parece acompañarle siempre cierta tristeza un abrazo y mi felicitación