Sangras despacio...
y llevas contigo la muesca
de un error, bendito y pausado.
Allana esas nimiedades
contínuas, afables, serenas,
inunda la espesura de
algún volcán imaginario,
donde queden plasmadas
las delicias de un otoño.
Puedes saberlo, puedes
sentirlo, imáginalo,
dulce criatura que a tus
primeros años de mujer
pasean en ti, las fábulas
constantes de atardeceres
de fugaces roces, con tu cuerpo
y con tu alma.
No sientas verguenza,
la vida te ha reglado
una flor de ilusiones,
un tendal de respuestas,
un cuento de permisivas
situaciones,
y sangras despacio...
entre el amor de una niñez
enfadada y esta adolescencia
que a tus abriles, pasea
sin rencores.