Lo que siempre me enseño mi madre y la vida,
Que cuando más me hieran con mentiras,
Más olvide esa ofensa y no persiga.
Mi consuelo es que hay un cielo,
Y Dios! en el firmamento… y no miento.
El sabe que perdono las ofensas,
Que cuando me dan dolor, pago con sonrisas,
Y si mas me dañan, les rezo un credo en misa.
No soy Dios, pero si aprendí a perdonar,
Nadie para juzgar, y menos yo una pecadora,
Que se la pasa soñando en la bondad del ser humano,
Sin darme cuenta, que ella ya de el, no va de la mano.
Así terminare mi vida, creyendo en el perdón
Aunque me dejen el alma muy herida.
Así me inventen mil mentiras para ofenderme.
Solo Dios es apto para juzgar la cobardía,
Quien para quedar bien ante la gente miente,
Termina muy mal en esta vida!