Cuando no estamos preparados,
la vida nos trae sorpresas,
que a veces nos duele tanto;
nosotros vagamos estraviados,
perdidos como las hojas secas
con los ojos llenos de llanto.
No somos capaces de entender,
porque nos ciega la vida
con sus lujos de encanto;
la tristeza llega sin querer,
y nos deja profunda herida,
que se mescla con en llanto.
Nos creemos los muy sabios,
creyendo conquistar el mundo
con los aplausos y dinero;
de sorpresa bienen cambios,
y nos lamentamos muy profundo,
al olvidar a Dios primero.