Me atrapas en una mirada,
alimentas mi curiosidad
y avivas en mi un fuego
que arde sin cesar.
Me tomas de la mano,
y ante tan noble gesto,
reconozco en ti un mundo nuevo,
una vida llena de oportunidades,
un amor sincero y pleno.
Te contemplo tratando de comprenderte,
y entre más me empeño en hacerlo,
mayor es la confusión que por ti siento.
Reconozco que es un desafío para mi
el descifrarte en un intento,
por lo que orgulloso grito al mundo,
que pasaré el resto de mi vida
al lado de tan hermoso templo.
Crece en mi corazón este sentimiento,
el cual florece con cada nuevo encuentro
extendiéndose al resto de mi cuerpo.
Y una vez más te miro fijamente,
amándote en silencio,
dejando que mis ojos hablen
y te repitan lo que por ti yo siento.