Ya no quiero
ser nada,
ni de nadie,
tuve mi tiempo.
Mi ilusión se
perdió
en el intento.
Quiero ver
sólo un ocaso
de nuevo.
Ya no espero
un amanecer,
no puede ser.
Te quiero.
Lo ocultaré,
lo gritaré
tan sólo
hacia dentro.
Será tu rostro,
lo último
que guarde
mi recuerdo.
Pido perdón
a toda persona
que me quiere
bien.
Yo sé
que es dífícil
comprender
lo que os estoy
diciendo.
Por eso
y llegado
al punto,
en el que no deseo
ya seguir,
mi incondicional
amor
al mundo,
a todos,
y por supuesto
a ti.
Le entrego
al universo
mi abrazo fraternal,
mi miedo,
mi tristeza, mi rabia,
mi impotencia,
la nostalgia de lo que nunca
podrá ser.
Y mi débil, mi tenue
esperanza
y la sospecha,
de que todo acaba
o comienza
en este postrero
atardecer.