—¿Y tú por qué no eres feliz, alma mía? —¡Ah! Porque tengo una mente con mañas de arpía. Me pinta el ayer como un cuento de hadas, ¡cuando en verdad sólo fueron patadas! —¿Y el presente? ¿Tampoco te agrada? —¡Uf! El presente es una sopa desabrida, me dice que todo va mal en la vida, cuando tengo café, techo y hasta almohada. —¿Y el futuro, entonces? ¿Qué ves al mirar? —Una selva de cuentas, tragedias, pesar… ¡Y aún no llega! Pero ya me aterra, como si el mañana fuese una guerra. —¿Entonces? ¿Quién te engaña, pobre bufón? —¡Mi cabeza! Ese genio de la distorsión. Me vende espejismos con voz melodiosa y me roba la risa más contagiosa. —¿Y por qué le crees? ¿No ves la trampa? —Porque suena sabia, y a veces me encanta… aunque después, cuando caigo en sus redes, me doy cuenta que sólo son miedos con redes. —¡Pues ríete entonces, de esa voz burlona! —¡Eso haré! Le pondré una corona y diré: “Oh reina del drama, cuéntame otra, mientras bailo con un pan en mi boca”. —¿Y qué harás con el ayer tan dorado? —Lo guardaré… pero más despintado. —¿Y el hoy, tan gris y enfadado? —Lo abrazaré, aunque venga mojado. —¿Y el futuro, ese ogro con capa? —Lo invitaré a un trago… ¡a ver si se escapa!
Mientras bailo con un pan en mi boca. Excelente travajo. Muy bien