Cae la noche
Y mi habitación se torna ahora oscura,
Oscuridad que es ya eterna compañera,
Así como la soledad en mi alma siempre queda,
Y no puedo evitar pensar,
Que nunca voy a poder parar,
Que nunca van a dejar de escapar,
De mis opacos y a la vez transparentes ojos,
Tan cristalinas muestras de dolor...
Sí... loca utopía mi mente...
Y mi Alma conmovida me pregunta...
¿Por qué? ¿por qué lloras?
Las lágrimas están arañando tus mejillas...
Esas mejillas de tono mortecino...
¿Por qué lloras dulce muñequita de porcelana?
Y yo miro temblorosa a los ojos de mi Alma,
Que es espejo reflejado en la verdad...
Ella lo sabe, sabe porque lloro...
Pero espera que de mi boca vuelen los versos,
Esos versos que muestren mi dolor...
Yo no quiero que vuelen, quiero reprimirlos,
Quiero que queden en mi corazón,
Aunque sé que eso lo mata lenta y dolorosamente...
Eterna tortura que en mi anida...
Porque mi halo de cordura ama loca a la locura...
¿Qué ironía, no? pregunté a mi alma...
Ella contestó con tono de ternura...
¡Oh dulce muñeca de porcelana!
Tenebrosa agonía que tu corazón aguarda...
Sacalo, muñeca de porcelana...
El cristal de tus lágrimas araña tu cara...