Las ventanas del convento
Fija su mirada, párrese buscar
pero no recuerda que.
Heridas por doquier
un pantalón militar
se habla a si mismo,
sería militar.
En el cielo una estrella fugaz se desprende
con lentos pasos, a la cama regresa
una monja, a su cuarto llega.
Con dulzura especial, cura sus heridas
el no dice nada, solo sonríe
quiere recordar busca y encuentra
un retrato y una carta sin leer.
Pronto le llega la luz,
ella muerta esta
la carta en blanco,
pues jamás la escribió
solo en el desierto quedo,
un mensaje de amor
mensaje que el viento borró.
Se recuesta en la cama,
todo se hace luz,
ya viaja a su destino final.
Entra la monja al cuarto,
llega hasta el, sus ojos cierra,
y dice, soldado ya no sufres más.
Por
Jorge Tavárez
Puerto Rico/Usa