Cuantas noches desee tu cuerpo,
desnudo, desierto,
y desperté deseándolo aun más,
tus pechos que se abren de par en par,
que me observan sin cesar.
Cuantas noches desee tu aroma,
a hielo, a cigarro apagado,
y sin más nunca te olí,
y cuando pude olerte no estuviste.
Cuantas noches desee tus manos,
tan frías, eternas,
sin ganas de amar,
con delicados dedos, sedientos de paz.
Cuantas noches desee tu ombligo,
agujero perfecto,
tan puro, tan intacto de todo lo impuro,
de eso que te ensucia y te deja,
como una hoja de árbol caído.
Cuantas noches desee que murieras,
así, sin pensar,
que te llevaras mi aliento sin más,
que me murieras, con toda tu fuerza,
cuantas noches desee desearte,
y mírame ahora,
no te deseo más.