Un día descubro que tengo alas,
que por encima los problemas, me puedo elevar.
A lo alto extendí mis manos,
y hacia el cielo empecé a mirar.
Lo más difícil fue,
a mi mismo dejar de mirarme,
respecto a lo que soy, sé,
o pudiera tal vez hacer.
¿Lo más hermoso?
Seguir su voz y consejo,
sus pasos seguros,
su tierno guiar.
Si no me crees, ven te invito,
vamos los dos a volar.
Es muy fácil, solo tienes que creer.
Es muy simple, solo tienes que confiar.
¿Es que acaso no lo ves?
Mírame, tal vez puedas verlo en mí.
Vamos amiga/o, anímate,
extiende tus manos,
despega tus alas, eleva tu mirada.
Ves, ¡Ahora si!
Sobre toda circunstancia.
Ya te puedes elevar.