Ha envuelto sus cabellos
en finos hilos de seda
mi rostro, mi cuerpo,
ha cubierto la estela
con su azul nocturno
en figuras y sueños de una noche
y quisiera sea ésta de un invierno.
Para rondar tu calor en mi desnudez
y acariciando tu suave brisa
en un lago de fausto encanto
tocara la orilla en tu vientre.
Y mis labios...
Probaron miel en tus pechos
envenenado por tu piel
volví a nacer
por tu ausencia,
buscando la cura.
Retiras tus cabellos,
hilos de plata,
como la noche en luna llena
retira esas penas,
solitaria, silenciosa,
entre sueños
Y odié ese velero que te llevó
-¡que me arrancó el alma en mil pedazos!-
me arrancaron de mis brazos
las únicas raíces,
no sentí nunca más tu tibieza
y desapareciste en el horizonte ya oscuro
la última luz, pequeñísima
a la par con cada estrella.
Y te lloré como un loco mendigo,
le lloré a lo puro y hermoso
a lo escaso y ausente,
como una profecía
-¡sentenciado!-
como un grano de semilla
en el estío,
una esperanza,
una flor,
como se siembra la vida.
Moshenga VIII Cabanillas Pérez
Cajamarca-Perú