LES SEA GRATO MI CANTO (29 de abril: día del animal)

By E. Morguenstern.

Canto a los animales que alegran mi planeta,

doctos profesores de sin par belleza

ingeniosos enseñan que en la Naturaleza

todo fue creado con sabiduría perfecta.

A unos por ser sabios, a otros por su aspecto,

a todos porque dieron la Biónica a la ciencia.

Ilustres expresiones del Supremo Arquitecto

nos enseñaron las bases de la Técnica.

¡Cuánto aprovechamos para nuestro desarrollo

copiando mecanismos de su fisiología!

Pero cuanto más beneficioso nos sería

imitar sus virtudes que sin alardes muestran:

La tolerancia, arte de buena convivencia,

el trabajar con afán, la fortaleza,

la previsión, la constancia, la paciencia,

la honestidad, pues no disfrazan su apetencia.

Así, aprender de estos maestros venerables

con la humildad de modestos aprendices

sus tradiciones de civismo, de ciencia y de arte.

Nos sería de mayor utilidad para la vida

que nuestro parloteo estéril e incesante.

Canto agradecido, pues, en mi pobreza,

a flagelados transparentes, delfines y ballenas,

calamares y pulpos de extremidades inquietas,

a las hermosas aves que en el cielo se elevan,

alondras, estorninos, cotorras que conversan,

alegres colibríes (de las flores poetas),

gorriones que carecen de graneros y tractores

pero obtienen el grano que escapa de los camiones.

A los Ingenieros fluviales, los activos castores, 

al radar del murciélago, a la mirada poliédrica

de la tan repugnada mosca doméstica

que diamantes tallados en sus ojos ostenta,

al mirar termosensible de la nocturna culebra,

a la muscular arquitectura de las sedosas fieras:

(la majestad del león y la elástica pantera,

al leopardo que en sus manchas, en letras hebreas

El Santo Nombre de Dios expone a quien lea).

Canto a la grácil silueta del antílope de Kenia

y al traje presidiario de la tímida cebra,

a la compañía solícita e segura de mi perra,

al suave terciopelo de los gatos,

a su finura elegante, a su delicadeza,

a la ingenua blancura del conejo y su inocencia,

a la tortuga en lenta marcha y su paciencia,

a los clubes de lobos que entonan en la altura

sus aullantes coros de blues a la Luna.

¿Cómo disculpar que las humanas criaturas

tanta preciada enseñanza podamos soslayar

que pusiera el Creador a nuestra vista

en las virtudes sin par del animal?

Que cese para siempre el maltrato impiadoso

que los hombres ejercen sobre el maestro animal!

Lancemos hoy el grito que prohíba su tormento,

gritemos fuertemente, que el grito llegue a todos,

¡¡ que solo cabe al hombre la palabra “bestial”!!