Viejas calles empedradas,
estrechas y entrecruzadas,
nostálgicos callejones
y farolas con "dragones"
de luz mortecina y blanca.
Restaurantes con paredes
revestidas de azulejo
y un aroma en el ambiente
que da la espalda al presente
y se refugia en lo viejo.
Pocos autos, poca gente,
con la mirada apagada
y un caminar indolente;
los anuncios luminosos
le dan un toque incongruente.
Ciudad vetusta y dormida,
aferrándose a un pasado
en que era más grata la vida;
hoy, la fe ya está perdida
y el progreso no ha llegado.
Aquí se detuvo el tiempo,
murieron las esperanzas
y se petrificó el viento;
hasta las nubes, parece
que en el cielo están "clavadas".
Ciudad que reta a los siglos
y se niega a ser transformada,
su gente respira olvido,
indiferencia y nostalgia;
ciudad que, el nuevo milenio,
enfrenta a una encrucijada.-
Eduardo Ritter Bonilla.
Lunes 22 de Febrero del 2010
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!