Creyendo que arrancaba de mí, toda
Grité sin temor, déjenme así sola.
Sin su protección, con mi desconsuelo
apreciaré la rosa y el lucero.
Dejadme llorar sola sobre mi hombro
solamente con mi alma y con mi cuerpo
inútil fue vuestro rigor, no aprendo
a borrar a mi mujer, flor de almendro.
como rechazar lo que colma mi alma
con su perfume etéreo e inmenso
como despreciaré mi propia carne
que es pan para la mesa del hambriento.
Todo el amor del mundo me custodia,
toda doliente desnudez despoja,
toda su carne humana me aprisiona,
y yo, solamente soy luna hambrienta.
Porque hablar de retiro y de destierro
todo el amor del mundo me custodia
toda doliente desnudez me arropa
desnudo está mi corazón, mi cuerpo.
Raíz amarga es la vacía copa
el otoño me curte y me deshoja
igual que a un árbol amarillento.
saben sin flor, mi entraña y a mi cuerpo.
Toda naciente tempestad me azota
igual que la espuma, no soy, mas que ola,
me respalda el mar, mi fiel mensajero
y mi cuerpo se unió a tantos poemas...
Me habéis dejado sola, mas yo pienso,
fue la victoria, mía todo el tiempo,
no cambio vuestra paz, por mi congoja,
vuestra vida feliz, por mi tormento.
Mía es la rebelión, mío el lamento,
también el manso perdón, sin desprecio,
¿Sabéis algo?, No escarmienta la rosa,
pese a la atadura y a los insectos...