No quieras controlar
No quieras controlar la luz del sol,
el eco de la palabras,
la fuerza de las olas del mar,
la mirada de unos ojos enamorados,
el olor de las rosas,
el verdor de los campos,
el calor de unos labios que aman.
No quieras controlar mis palabras incontroladas,
los rasgos amargos de la escritura de mis versos,
la voz entrecortada cuando respondo a tus insultos,
mi rabia, mi impotencia cuando veo que te alejas,
la fuerza con que te abrazo, con la que imagino que lo haría,
la paciencia con que te escucho,
el tesón, sí, con que te amo.
No quieras controlar el humo de mi chimenea,
por qué ese humo sale del corazón que tu recuerdo enciende cada día.
No quieras controlar el caudal del río que te inunda,
por qué se nutre de la fuente inagotable de mis lágrimas.
No quieras controlar la brisa del aire que te azuza,
por qué ese aire nace, en el fondo de mi pecho.
No quieras controlar lo que no es controlable,
por qué el amor, si amor es, no se puede controlar…