La vieja barca que se meció en las olas,
llevando al pescador a mar abierto,
hoy bajo el sol, vive llorando a solas
no sabe si en la arena de la playa o de un desierto.
El anciano marinero la ha dejado,
cuando un mal dia cerró sus ojos para siempre.
Fué un hombre solitario y hoy no hay nadie,
que la impulse hacia las aguas nuevamente.
Su madera se ha astillado con el tiempo,
de su proa se ha borrado la esperanza.
Alguien sus remos y el ancla le ha robado,
sabe que su leña, pronto arderá en brazas.
Mas, no le importa ya, si no oye el canto
del viejo que la hacia sentir valiosa.
Hoy quisiera ser el ataud donde reposan,
los restos de quien ella amara tanto.
El viento gime un lamento postrero,
el cielo llora con tristeza sincera.
cuentan al mundo de ese amor verdadero,
que fue forjado de carne y de madera.