Quisiera mil Otoños entre castaños,
mudar mi piel en sus amaneceres.
Hermosa decadencia lastrada.
Donde mi clara cara, es hoy,
ocre alma transitada.
¿Y mi risa?, mi risa, solo aire suspirado.
Llora la tarde, dulcemente, mi dicha lastimada.
Partir al alba sin tí, no quiero.
Dejar tus besos, tus manos, tu aliento, me niego.
Pero he de ir donde la noche,
donde los míos, ángeles y luceros.
No llores, deja que viva este domingo de amor.
Que este fin, busque su principio.
No temas, solo están cayendo auroras.
Mi camino no será noche ni día
será un crepúsculo eterno,
dormitado en tus brazos,
encontrado en tus ojos.