Burgués es el anhelo de otro cuerpo sin mas apuesta que el deseo.
Burgúes es la mirada que no aspira a quedar sin armas.
Burgués es el andar a tumbos entre la domesticación y la falta.
Absolutamente burgués es la sordera del alma.
Atrás quedan los tiempos
en los que jugabas a los imposibles sin miedo,
a las esquinas con sabor a ideas contrarevolucionarias,
el tiempo desgañitando el tiempo,
el amor en la garganta.
Cuando valía el paso otorgado,
la voz levantada,
la marcha emprendida,
el abrazo dado.
Ahora, te rodeas
de señoras somníferas
de mujerzuelas sin estampa
de cuentas por pagar,
escaparates que te inciten a malgastar un peso, un beso,
que mas da,
noches sin ilusiones que gobernar
un perro que te salude al entrar,
un jefe que te garantice el bienestar.
De burgueses, de ricos, despotricabas.
Cuando aún quedaba en tu naturaleza
capacidad de asombro en la mirada,
coraje, en las palabras empuñadas,
y algo pequeño, pero enormemente poderoso
algo hermanado entre la fe y la esperanza. Miriam E. Mancini