Tu, que has entrado a mi vida, ocupando cada célula de mi cuerpo,
Cada rincón de mi alma, cada espacio de mi corazón,
Tu, que de mis sueños te adueñaste, invadiendo cada segundo de mi angustiante soledad,
Tu, que has sido el virus por el cual enfermé, y a su vez, la única cura para mi mal,
Tu, que estas en mis pensamientos y obnubilas mi razón,
Tu, imagen perpetua grabada en mis retinas, desde el primer día que te vi,
Tu, que hoy te me niegas, hiriéndome con cada acto de indiferencia,
Tu, que llegaste a la cima de mi escala de valores sentimentales, sin siquiera haberme regalado una sonrisa,
Tu, con esa belleza angelical, y sin embargo, me has hundido en el infierno, que es el de amar y arder de pasión, sin ser correspondido,
Tu, que tal vez ignores mi padecer, como también de que eres la causante del mismo, te pido por caridad, mátame, diciendo que jamás serás mía,
Pero no me dejes vivir ahogándome de amor por ti,
Tu, que ni siquiera se tu nombre, y no se como llamarte en mis sueños,
Pasaste a ser la dueña de todo mi ser,
Tu, cuando recibas esta carta, recién ahí sabrás, que esta en ti la cura o el fin de mi existir…
Tu, mi mal y mi cura. Daniel Omar Rodríguez…