Perdido en el sueño mágico, de una madrugada casi eterna,
el eco sin voz de tu ausencia se refleja hoy:
En los espejos que adornan el brillo de tus ojos verdes
y en los cristales sin color que cubren las mejillas
de la mesita de noche.
En las corbatas sin manchas de carmín en los nudos
y en las camisas que sueltas de las ataduras de los botones,
duermen tiradas en un rincón del olvido, añorando
las caricias de tus manos.
En el maquillaje derramado sobre el tocador
y en mis labios fríos donde una sonrisa tuya, duerme
abrazada a los recuerdos de una tarde de amor,
que sujeta a los senos desnudos de una duda inocente
se perdió en la oscuridad cobarde de un ataque de celos.
En el olor a hembra de tu cuerpo y en la cama desecha
donde la almohada que tantas veces acaricio tu pelo,
seca sus lágrimas
con los volantes de un suspiro que se ahoga en la soledad.
En la cocina, en el tallo de las rosas, en las ventanas
y en el pequeño patio donde cada tarde el sol, en tus labios
rojos, de pasión moría…