Un día que te encuentres sola,
sentada bajo la obscuridad de la noche
y acompañada únicamente por la luz de la luna,
pensando en lo que será el próximo segundo
de tu vida, o quizás en el segundo anterior a ella,
y sin querer,
lentamente dirijas tu mirada al cielo,
como si algo te tocara el rostro
y te hiciera mirar hacia arriba.
Tú sin quererlo miraras todas las estrellas,
Haciéndote sentir que ese día no te encontrabas sola.
pero tu vista solo se fijará en una estrella,
tu estrella, que desesperadamente buscaste
en ese inmenso cielo, encontrando en ella
tu vida entera.