Ay abuelito.,abuelito.
Siempre me gustaba tener largas
conversaciones contigo, abuelito Jacinto.
Me gustaba escuchar tus historias
de juventud.
Tu me contabas que en tu época
no existian los documentos, el
valor consistía en dar la palabra de
honor.
Entusiasmada te seguía con la mirada
y muy atenta con mis grandes ojos asombrada, te escuchaba esas historias
tan legítimas y verdaderas que siempre
me contabas.
La palabra valía tanto en tu época.
Quisiera saber por que todo cambió?
adónde quedó la honestidad?,cuándo
comenzó a perderse el hombre?
Por qué con la palabra no alcanza para
cerrar un trato o cumplir una promesa?
Por qué el hombre se hizo hijo del rigor
y la fuerza?
Como quisiera abuelito, volver a tu época.
Desayunar tranquilos disfrutando de las
primeras horas de la mañana, tomar un café
y un jugo, hablar contigo y salir feliz a la
escuela en bicicleta.
Antes existía la palabra de honor, como
tambien los niños ibamos tranquilos por
las calles a la escuela, sin el temor de ser
raptados, como a muchos niños les ha sucedido,
solo para comercializar sus órganos y muchas
veces dejando inerte su cuerpito, tirado
en algún baldío.
Ay abuelito.,abuelito, como quisiera estar
otra vez contigo y escuchar tus historias
de una época de gloria, donde el hombre
era hombre y el niño, niño.
Lina
28-05-2008