Me regalaste de tu costado
el agua y la sal,la impronta de tus versos
fusionados,insertos en mi esencia
como vaso de agua cristalina
que se transforma en paloma
Y conquista nuevas arenas esteparias
haciendo florecer el desierto de las palabras.
Nunca más mis versos
olerán a yermo,a cascada reseca,a agua estancada.
Porque me has regalado, de tu esencia poética
la ternura de tus manos escritas en los silencios,
la luz de tus ojos que iluminan mi mirada.
Cuando se ennegrece el día,y se acerca la tormenta
allí encuentro tu abrigo, el motivo necesario
para sonreirle a la lluvia e impulsarme en vuelo
por el camino de las rimas que florecen al viento
como perfume en mi pátina de cristales dormida
que otra vez,hacen danzar un embriagador fuego
que inunda mi alma de sutil ardor.
¡Qué Dios te bendiga, gran vate de la poesía!.