Era fácil, sencillo, muy cómodo en realidad.
Vivir aislado de "ese" sentir,
sin oler las lágrimas de ausencia,
sin tragar el miedo al olvido,
sin ver el sonido de un llanto ahogado.
Besando con la boca y no con el alma,
Rozando un cuerpo y no acariciando una piel.
Arañando una espalda mas no abrazando ese ser.
Durmiéndome de cansancio mas no de placer.
Y te provoqué, te segí, te conocí.
Uno más eso pensé,
Otra sonrisa hueca malintencionada,
Otro beso desnudo sin vida,
otro visitante casual para mi cama,
y otra despedida cordial al amanecer.
Eso debiste ser, eso quería que fueras.
¡Pero me equivoqué!
Me dejé vaciar por tus ojos curiosos,
que me convencieron a regresar a esa vida,
al dolor de no tenerte siempre a mi lado,
a los celos que siempre apuntan a mi pasado,
y a la inquietud que causa siempre la esperanza.
Me equivoqué al entregar mi esencia que fue individual,
y ahora se divide en dos para dejarme solo la mitad.
Me equivoqué porque ya no es más mi amiga la soledad,
ni la cama parece tan cómoda para mí solo,
y el pecho ya no tiene suficiente espacio para mi corazón,
que está recrecido de tanto amar.
Me equivoqué porque ya no es el sexo "lo" importante,
sino mas bien parte de la grandeza
de la fusíon de otro cuerpo con el mío,
de mi alma viviendo en tu corazón,
de tu pecho la más dulce almohada,
de tu entero ser que es mi castillo y mi eterna prisión.
Sí... me equivoqué y que maravilloso que lo hice,
Que estupenda sensación de estar erróneo,
y de sentirme el más feliz de los equivocados.
Wilfredo Piazza Carrillo