Como la trama de un tejido,
voy enlazando mis pensamientos,
artesana de mi tela cuando escribo,
nada supera el placer de estos momentos.
El extasis me invade cuando trazo,
sobre el blanco papel, inestrenado,
-esos signos, esas letras que rechazo-
o que vuelvo a aceptar en mi reinado.
Soberana de un castillo encantado,
con paredes de seda y de cristal,
voy tejiendo por Dios iluminado,
esas telas de amor y de verdad.
Tejedora soy y en mi castillo encantado,
no entran: la maldad, la indiferencia,
a esos huespedes indeseados,
los elimina, mi amor y mi creencia.
Nadie puede prohibirme este solaz,
esten fino y sutil esparcimiento,
en mi reino entra el que sabe llegar,
y se queda el que comparte el sentimiento.