Vivimos en un mundo vacio,
sumidos en la soledad;
anhelando encontrar aquello,
que con ilusion pueda nuestras almas llenar.
Asi la vida,
pasamos buscando en otros un motivo,
que solo muy dentro de nosotros,
deberiamos inquirir.
Y cuando creemos haberlo encontrado,
apesar de vanos esfuerzos,
poco a poco se va escapando de nuestras manos,
y cual efimero pabilo de luz se desvanece,
dejandonos sumidos y enceguecidos,
en un vacio infinito
que nuestras almas de frio carcome.
Y asi vivimos,
si es que a eso se le puede llamar vivir,
trayendo al mundo hijos,
buscando en ellos
complementar nuestras propias frustaciones,
aquellas que algunas veces,
no pudimos alcanzar.
Oh pobres hijos de la soledad inconforme,
pequeños frutos hermozos,
que con amor y esmero,
libres deberian crecer fecundos;
pero que en muchas ocasiones,
crecen en la ignominia
de la traicion y resentimiento de sus padres;
que ajenos en su sed egoica e insaciable,
de manera voraz les consume,
buscando satisfacer deseos y anhelos,
que solo podriamos encontrar en tus brazos.
Oh, Jehova.