Los celos me devoran cada entraña,
pues ya que estás ausente de mis ojos,
no puedo asegurar, que tus sonrojos,
sucumban a otro encanto, -cruel patraña-.
Envuelto en el desquicio y en su saña,
soy presa de la envidia y los abrojos,
temiendo que tus lindos labios rojos,
se olviden de este amante que te extraña.
No puedo deshilar la telaraña,
producto de los celos y despojos,
que atrapan a mi ser en su maraña.
Y muero al no saber si tus hinojos,
sucumben ante el pie de una alimaña,
brillando, como amor ante tus ojos. (1998)