Deja que en tus aguas de ámbar dulce
me sumerja con mis ojos, desvelando
sus misterios;
deja que mis manos acaricien tus mejillas
dulcemente, adormecidas en un espejismo
de ensueños;
deja que mis dedos, intrépidos viajeros,
descubran en tus rizos los secretos
de tu pelo
y se enreden y alboroten
como niños traviesos;
deja que mis labios, portadores de suspiros,
en tu boca satisfagan laberintos
de deseos;
y deja a mi corazón, mientras tanto,
retumbar como un tambor
y estallar, con poemas
en mi pecho...
pio espejo 18 de marzo 2006