La nube dibuja en mis ojos colores
con la ayuda del sol una linda tarde,
en mi antojo devela y hace arlade,
devolviéndondome pasados esplendores.
Llego la noche tibia sin tiniebla.
Orbitaba en mi mente una estrella,
¿Quién puede ser? Lucero, la más bella,
si no escribe de ella nadie habla.
Yo la acuno con la luna, desnuda,
tomo un solitario meteorito
y se la regalo. Sobre ella yo orbito.
En la cuna de sus labios se muda
los míos. Ella en mí se hizo tallo,
nuestra denudes, mejor me callo.
Autor: Alcibíades Noceda Medina