Medía el tiempo alguna hora y tal vez medía más,
apretado e irrealizable descanso,
suena el reloj que tiene la torre del palacio
el himno del silencio redobla con sutil eco
poniendo amaneceres a la pasmosa ocasión.
Permanezco fijo a mi ira y reposo desacuerdos.
Mi musa encerrada no quiere ser despertada,
virgen en lo mas recóndito del olvido.
Realizo un acertado encuentro
con mi vacilante inconsciente,
que aún camina por mi mente.
Remito con y sin demora
la insigne ocasión desvaneciente
en lúgubres deseos que puedan saciar
mi adormecido agotamiento psíquico.
Mientras tanto, perecedero hallo mi presente
en repetidos agujazos del tiempo.
Sueño, entorno, diviso,
atraigo realidades concebibles
en un absurdo paradero intachable
y boquiabierto quedo de verlas.
Ocasiones hallo donde pasar
mis reveladores e intrigantes quehaceres.
Indisolubles penas, innumerables,
efímeras horas sin pasar en el tiempo.
Dormido voy, crezco en orgullo.
Marcharé por catacumbas actuales,
y acunaré vientos de progreso, de vida.
Tan solo puedo añadir a la vida
un maleante recuerdo: mi propio pálpito,
y saludaré más ocasiones de las establecidas.